domingo, 20 de julio de 2008
Demasiada comida sana.
Estamos de acuerdo en que tenemos que consumir alimentos sanos y de buena calidad; sin embargo, hay que evitar caer en exageraciones.
Redacción Sport LifeEres un auténtico experto en nutrición naturista, compras tu comida en tiendas especiales y en tu casa sólo hay productos integrales, carnes y lácteos ecológicos, soya, frutas y verduras. Cada vez tienes más miedo a los alimentos y vas reduciendo las salidas con tus amigos. Lees lo último en nutrición y te alarmas con las noticias que escuchas relacionadas con este tema. Realmente te gustaría vivir en una granja y tener tu propia huerta para auto-abastecerte sin tener que depender de la cadena alimenticia actual.EFECTOS SECUNDARIOS. A pesar de que a primera vista la obsesión por comer sano no parece preocupante, a la larga lleva a las personas a hiper o hipovitaminosis, ansiedad, depresión, hipotensión, y osteoporosis entre otras enfermedades.¿QUÉ PUEDES HACER? Cualquier comportamiento compulsivo tiene que ser controlado y vigilado estrechamente por un terapeuta. Relájate antes de tener un problema grave, es imposible controlar todo lo que comes, piensa que tu cuerpo tiene sistemas de depuración y de limpieza para eliminar toxinas.
jueves, 12 de junio de 2008
Propone PVEM reciclar y reutilizar llantas de desecho
La secretaria de Ecología y Medio Ambiente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Mariana Boy Tamborrell, dijo que la recolección de estos desechos se debe sistematizar.
México.- El partido verde propuso aprovechar de forma racional las 28.5 millones de llantas que se desechan al año en México, de los cuales 91 por ciento termina en tiraderos a cielo abierto, sin ningún tipo de control ni mecanismos de reciclaje.
La secretaria de Ecología y Medio Ambiente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Mariana Boy Tamborrell, dijo que la recolección de estos desechos se debe sistematizar.
Asimismo, es preciso tecnificar su tratamiento y disposición final en forma ambientalmente segura, de acuerdo con los ordenamientos federales, estatales y municipales, expuso.
Indicó que "se puede empezar por establecer y ejecutar programas educativos para los interesados en el reciclaje y la reutilización de llantas de desecho, para producir un sinnúmero de objetos como tapetes, tarjetas de presentación, bolsos y cinturones, entre otros",
Señaló que mientras países como Estados Unidos reciclan hasta 40 por ciento de sus llantas, en México prácticamente no existe tal reciclado.
"Lo que resulta más grave es que las autoridades ambientales pretendan disfrazar que un determinado porcentaje de las llantas son recicladas, cuando en la realidad se incineran en los hornos de las cementeras", enfatizó la ecologista.
Resaltó que para la conservación de la salud es muy importante que la población conozca, evite y denuncie la quema de las llantas, y en general de cualquier tipo de desechos, pues al hacerlo de manera rústica o con incineradores, se generan dioxinas y furanos.
Explicó que esos contaminantes entran al organismo humano a mediante la inhalación, por la ingesta en alimentos, incluso por contacto dérmico, y alertó que los efectos que pueden ocasionar a la salud son irreversibles.
Aseguró que la contaminación que ocasiona el inapropiado manejo de llantas y todo tipo de desperdicios asociados al transporte, es un problema que requiere atención especial, pues las afectaciones a los suelos, aire, aguas del país son igualmente severas.
La ecologista estimó que esta situación se puede agravar más en los plazos corto y mediano, ya que actualmente el parque vehicular de México supera los 21 millones 224 mil automotores.
De esa cantidad, cuatro millones 918 mil corresponden a unidades ilegales, y dos millones 51 mil han sido regularizadas de acuerdo con un estudio de la compañía Melgar Asociados, denominado "Estadística de la Población de Vehículos en México", concluyó.
Notimex
viernes, 16 de mayo de 2008
65 días por la ecología
jueves, 10 de abril de 2008
Nuevas municiones contra maltrato animal
miércoles, 12 de marzo de 2008
El asesino invisible de las abejas
Por: Juan Carlos Rodriguez
Desde que se dio la voz de alerta sobre la masiva desaparición de las abejas –un misterioso fenómeno conocido como «Síndrome de Desabejamiento de las Colmenas»– los apicultores citan a Einstein con la misma naturalidad que un hombre de campo recurre al refranero. Según la frase atribuida al científico, «si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres».
El Archivo Oficial de Einstein en Jerusalén desmiente que tal profecía saliera de su boca, pero la cita tiene un fondo de verdad: la naturaleza no sería tan fructífera sin la ayuda de estos milagrosos insectos, auténticos ángeles de la agricultura.
Tan frágiles como laboriosas, las abejas no sólo producen miel, polen, cera, propóleos o jalea real; también se encargan de libar el néctar de las flores, y al hacerlo, permiten que el polen pase de una flor a otra, lo que facilita que la fruta crezca. Se calcula que una tercera parte de lo que comemos procede de plantas o árboles que necesitan la colaboración de la apis mellifera –la especie más productiva– para desarrollarse.
El «Síndrome de Desabejamiento» o «Trastorno del Colapso de las Colonias (CCD)», como se le conoce en Estados Unidos, se manifiesta por una paulatina desaparición de las abejas obreras, sin las cuales la colmena no puede sobrevivir y acaba muriendo de inanición. En un comportamiento de lo más atípico, las pecoreadoras (buscadoras de néctar) salen en busca de comida y no regresan a su hogar, abandonando a su suerte a la abeja reina. Se supone que el letal asesino (múltiple e invisible, al menos de entrada) las mata por el camino, lo que explicaría que no haya «restos mortales» en las inmediaciones de la colmena. Imposible velar al cadáver. Aunque parezca un complicado caso de la serie de suspense CSI, esta película está sucediendo en la realidad. Y a veces da miedo.
Volatilizadas. En Estados Unidos, donde hay unos 2,5 millones de colmenas, el desasosegante zumbido se ha colado en el Congreso. A finales del pasado marzo, y ante la presión del sector apícola, la Cámara de Representantes se vio obligada a debatir el problema de las abejas volatilizadas, que ha mermado el 25% los enjambres del país.
«Hemos perdido más de medio millón de colonias, con una población de unas 50.000 abejas cada una [25 millones de insectos]», señaló Daniel Weaver, presidente de la Federación Estadounidense de Apicultores, quien apuntó que este mal –bautizado también como «el sida de las abejas» por su inusitada virulencia– afecta a unos 30 de los 50 estados, cebándose tanto en los almendros de California como en los maizales de Florida. Según un estudio de la Universidad de Cornell, el valor de los cultivos polinizados en Estados Unidos oscila entre los 2.000 y los ?4.000 millones de dólares.
Mientras se afanan en descifrar el enigma, los científicos norteamericanos barajan varias causas: desde la sequía a los pesticidas, pasando por el estrés (debido al desplazamiento de las colmenas portátiles en trailers con el fin de polinizar cultivos) o las ondas de los teléfonos móviles. Sin embargo, hasta el momento no dejan de ser meras teorías, todas ellas pendientes de comprobación científica.
Los apicultores españoles notaron los primeros síntomas a comienzos de 2000, fecha en que algunos expertos calculan que el «asesino invisible» se introdujo en nuestro país. España es el país europeo con mayor población de ganado apícola, con un total de 2.320.949 colmenas repartidas por todo el territorio nacional, según el último censo de diciembre de 2006 elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). El problema afecta a 23.265 apicultores, de los cuales el 25% son profesionales (con más de ?50 colmenas) y el 75% aficionados. La mayoría viene sufriendo pérdidas del 40%, sobre todo de septiembre a enero, aunque en primavera la cabaña vuelva a reponerse.
El síndrome se ha extendido de centro a sur, desde La Alcarria a Las Hurdes pasando por Andalucía. «En mis 83 años de vida, nunca había visto una mortandad tan elevada. Por aquí hemos conocido la micosis o pollo escayolado, que dejaba a las larvas como momificadas; la braula cloeca, un tipo de piojillo; la varroa, un ácaro que les chupa la hemolinfa, como se conoce a la sangre de las abejas... Pero nada ha causado tanto daño como esta nueva plaga. Para mí que le están echando mucha porquería al campo; algunas chupan la panocha del girasol y caen al suelo dando volteretas», comenta Pablo Martínez, un viejo apicultor de Horche (Guadalajara) que fue víctima de numerosas picaduras en su juventud y hoy se enorgullece de ser inmune al veneno.
«A veces dejo que me claven el aguijón, porque la pitoxina es buena para la artrosis y el reuma», alaba las bondades de la apiterapia mientras pasea junto a una pila de desvencijados cajones.
Dentro de estas cajas de madera, listas para ser saneadas y restauradas, están los panales muertos y apolillados que su hijo Gregorio retiró el año pasado. «De 800 colmenas se me murieron 276», se lamenta este apicultor trashumante de 48 años, que empezó como aficionado con 33 colmenas y en la actualidad posee un millar. Además de dedicarse a la producción de miel y polen, alquila panales para polinizar cerezos y manzanos en Aragón.
Síntomas. Cuando notó los primeros síntomas de desabejamiento, Gregorio envió diversas muestras (abejas adultas, crías, miel y polen) al laboratorio del Centro Apícola de Guadalajara. Fundado en ?983 y situado en la localidad alcarreña de Marchamalo, es el único de España especializado en investigación apícola.
Allí es posible toparse con un refrigerador que, en vez de guardar helados, conserva tórax y abdómenes de abejas maceradas. Después de haber analizado unas 8.000 muestras durante los últimos siete años, procedentes tanto de España como de otros países de la Unión Europea, los científicos de este laboratorio están convencidos de que el parásito «nosema ceranae» es el «asesino invisible» de las abejas. Un descubrimiento que fue publicado en la revista científica Journal of Invertebrate Pathology en 2006.
«Más de la mitad de las colmenas españolas están afectadas. Si una colmena afectada no se trata, podría morir en un año», advierte Ángel Sanz, director del centro. ¿Cómo llegaron a identificar al sospechoso? Mariano Higes, un veterinario de 40 años que lleva más de ?5 trabajando en el centro de Marchamalo y es uno de los mayores expertos europeos en patologías de abejas, explica las pesquisas: «En 2000 empezamos a detectar un aumento significativo de nosema apis al ver las esporas de este parásito en el microscopio. O eso pensábamos. Porque la sintomatología del nosema (hinchazón del vientre y diarrea por una alteración del aparato digestivo) no encajaba con lo que nos decían los apicultores: las abejas desaparecían sin dejar rastro».
Ya no bastaba con el microscopio: había que analizar el ADN del parásito. «En 2005 decidimos secuenciarlo genéticamente (como hace la policía científica de la serie CSI) y, para nuestra sorpresa, vimos que no era nosema apis, sino nosema ceranae. El investigador sueco Ingemar Fries lo había identificado en apis cerana (abeja asiática) en ?996, pero ahí lo dejó, porque en esta especie el microsporidio no causa ninguna patología.
Nuestra teoría es que entró en España en 2001 procedente de Asia, cruzando el continente europeo y pasando antes por Francia». ¿Cómo se produjo el contagio? «La abeja asiática o cerana es muy resistente a las enfermedades, pero poco productiva; por eso llevaron la abeja europea o melífera a Asia, para producir más miel. Al entrar en contacto con ésta, el parásito exótico la arrasó, saltó a su nuevo hospedador y pasó a Occidente». Como la gripe aviar, la peste porcina africana o la peste del cangrejo rojo americano, la nosemosis es una enfermedad que se está globalizando.
Si nosema apis tarda unos 30 días en matar a la abeja, nosema ceranae las extermina en tres días. Ángel Sanz, director del centro, explica la ausencia de cadáveres cerca de la colmena: «El ciclo vital de la abeja dura unos 40 días, y las que salen en busca de néctar (pecoreadoras) son las más viejas y parasitadas. Tienen el vientre destrozado (en lugar de hinchazón, se aprecia un retraimiento del abdomen; creemos que dejan de comer) y mueren exhaustas en el campo. El puñado de abejas que queda no puede mantener la termorregulación interna de la colmena ni se puede alimentar. Acaban muriendo todas, a pesar de que hay restos de miel y de polen».
Mueren en 72 horas. Aunque se pueden reinfectar –el bicho sigue presente en las heces y en el polen mezclado con saliva– lo positivo es que existe curación, como se comprueba (protegidos con mono blanco, guantes, careta y ahumador para tranquilizarlas) echando un vistazo a las 20 colmenas en observación instaladas en un huerto próximo al centro de Marchamalo. Menos una, todas están tratadas con fumagilina, el único antibiótico recomendado por la OIE (Organización Internacional de Epizootías). Los técnicos han observado que, en un plazo máximo de ?8 meses, la colmena sin tratar enferma, muere y contagia a todas las demás.
¿Hay razones para la alarma? «Sí, mientras no se adopten medidas sanitarias adecuadas. Se está dejando pasar el tiempo, se está achacando la mortandad a miles de problemas... Y el parásito cada vez tiene más prevalencia», señala Higes, a quien forzamos a imaginar la hipótesis más catastrofista. ¿Qué ocurriría si se extinguieran todas las abejas? «Sería una catástrofe medioambiental, pero los parásitos no tienden a aniquilar a sus hospedadores. Independientemente de la producción agraria, se perdería biodiversidad, entre un 30% y un 40% de las especies vegetales. La abeja es el único polinizador que queda en muchas zonas de Europa».
Sin negar la existencia de este asesino, muchos apicultores opinan que la causa puede ser multifactorial, dando a entender que al sospechoso no le faltan cómplices. «Entendemos que hay que investigar, pero sin causa específica» dice el apicultor navarro Tintxu Ruiz, responsable nacional del sector apícola del sindicato agrario COAG, que atribuye el 40% de bajas que tuvo en 2005 a la sequía. Su colega Antonio Prieto, responsable del sector apícola UPA Extremadura, que ha perdido 400 de las ?.600 colmenas y duda de la eficacia de la fumagilina, añade: «Yo no quiero saber que tengo catarro, sino cómo me he constipado».
Ante la incertidumbre del sector, el Ministerio de Agricultura puso en marcha tres proyectos de investigación centrados en el desabejamiento: el de la Junta de Castilla-La Mancha (Marchamalo), sobre etiopatogenia de la nosemosis; el de la Universidad de Valladolid, centrado en agrotóxicos; y el de la Universidad de Córdoba, sobre los factores epidemiológicos, ambientales y nutricionales. La declaración de pandemia podría ocasionar graves daños económicos a la profesión. «Hay que refrendar los datos para no crear alarma social», señala Jesús Llorente, técnico de sanidad apícola. Si para los expertos de Marchamalo el nosema ceranae es el actor principal de la película, para los de Córdoba no pasa de secundario.
Según Francisco Puertas, responsable del grupo investigador cordobés, el problema tiene tres causas: «Una nutrición deficitaria de la abeja (por la baja cantidad y calidad de polen, sobre todo en época de sequía), los plaguicidas (tipo imidacloprid y friponil, éste último usado en jardinería) y el nosema ceranae». La aparición de este protozoo, asegura Puertas, «puede ser más la consecuencia que la causa; es decir, la colmena se debilita por diversas razones y por eso aparece el parásito».
Los ecologistas tampoco se quedan al margen del debate. Juan Felipe Carrasco, responsable de Transgénicos de Greenpace, entiende que las abejas –como indicadores medioambientales debido a su alta sensibilidad a los cambios en el entorno– nos están recordando que el modelo agrario y ganadero es insostenible y está empezando a producir accidentes a muchos niveles. «Los tóxicos, los transgénicos y la erosión de la biodiversidad, así como el actual manejo convencional de las colmenas (que empobrece genéticamente a la cabaña, además de generar altos niveles de estrés a las abejas), pueden haber favorecido la aparición del parásito», denuncia.
Cambio climático. El pasado invierno se registraron 25 grados en Sevilla, y en abril nevó en Jaén... Por eso, al apicultor Ángel Díaz, responsable del sector apícola de COAG Andalucía, nadie le quita de la cabeza que el cambio climático está incidiendo en el despoblamiento. «Es un aviso de la naturaleza. Ellas se rigen por su calendario desde hace siglos, pero luego resulta que el almendro florece ?5 días antes porque se adelanta la primavera. El tiempo las engaña. Hay floraciones, pero ellas no salen por culpa del frío y se mueren de hambre. Y encima el abejaruco, que antes era un depredador de temporada, ya se ha instalado en España», sentencia este trashumante de 38 años, desde los ?3 en el oficio.
Sus 700 colmenas, situadas en Grazalema (Cádiz), sufrieron un 40% de bajas el pasado invierno, pero ya se han repoblado. «Ese porcentaje lo he perdido en miel». Acostumbra a desplazarse hasta el bajo Guadalquivir para polinizar ciruela y nectarina, y ha podido comprobar con sus propios ojos cómo «una finca baldía de caza, en contacto con las abejas, se repuebla en pocos años de conejos y perdices». El valor de la polinización en España se estima en 4.ooo millones de euros.
Y nuestro país es el mayor productor de miel de Europa. Pero en los últimos tres años, más de ?.000 criadores han abandonado el negocio ante la falta de rentabilidad: de 32.665 toneladas de miel en 2003 a 28.998 en 2006. «No es rentable. Y encima no podemos competir con la que está entrando de China, Corea o Argentina, de mucha peor calidad», se queja Pepe Loeches, un prestigioso productor musical con tres Grammy latinos, uno de ellos por Lágrimas negras.
Hastiado «de que la música se haya puesto al servicio de la técnica», hace cuatro años vendió su estudio de grabación en Madrid, se mudó al «pueblín» (Albalate de Zorita, Guadalajara) y, recordando los tiempos en que acompañaba a su padre al colmenar, en un arranque de nostalgia compró 200 colmenas y una envasadora. A pesar del síndrome maldito, su laboriosidad se ha visto recompensada: el año pasado, su miel de romero obtuvo el «premio gran selección oro» de la Denominación de Origen de la Alcarria, «la mejor del mundo». Vigoroso a sus 60 años (desayuna jalea real todas las mañanas), para sus oídos el zumbido de sus abejas es música celestial.
lunes, 25 de febrero de 2008
7 modos de salvar al mundo
La creciente necesidad de energía y el aumento en la producción de gases de invernadero plantean un doble desafío para la prosperidad mundial. Una nueva visión de la protección del medioambiente -de hacer más con menos- podría ser la solución.
Olvide el cliché de que ahorrar energía es una forma de abstinencia (montar en bicicleta, reducir el uso de iluminación, bajar el termostato y tomar menos duchas).
Hoy, el cuidado del medioambiente se relaciona con la eficiencia: tener los mismos resultados -o mejores- con una fracción de energía. En 2002, cuando una baja repentina en la cantidad de viajeros de negocios obligó a Ulrich Römer a recortar gastos en su hotel familiar Stadtpark en Hilden, Alemania, descubrió que no tenía que escatimar la comodidad para sus invitados. En lugar de ello, reemplazó los centenares de derrochadoras bombillas incandescentes del hotel con lámparas fluorescentes ahorradoras de energía, obteniendo la misma iluminación con un 80 por ciento menos de energía. Compró una caldera de agua con una bomba controlada digitalmente, y envolvió las tuberías con un material aislante. Gastando alrededor de €100,000 en estas y otras mejoras, logró reducir en €60,000 su cuenta de gastos de combustible y energéticos, que ascendía a €90,000, un rendimiento de la inversión del 60 por ciento, año tras año. Además, la reducción en las necesidades de energía del hotel ha disminuido sus emisiones anuales de gases de carbono en más de 200 toneladas métricas. “Ahorrar energéticos ha sido muy rentable”, dice. “Y no eliminamos ni una sola comodidad a nuestros invitados”.
Si multiplicamos los ahorros como el logrado por Römer en toda la economía, será claro por qué la eficiencia de los energéticos ha dejado de ser tema de los ecologistas marginales para convertirse en uno de los temas más candentes en los negocios, y en una forma de añadir miles de millones de dólares a los resultados finales. Y además, con el mundo preocupado por los suministros de energía, la eficiencia ha sido la solución.
Esta semana, cuando los líderes mundiales se reúnan en Davos, Suiza, en el Foro Económico Mundial, hablarán de los cambios energéticos, ninguno de los cuales tiene más potencial positivo que el hecho de dejar de despilfarrar los energéticos y comenzar a ahorrarlos. “Aumentar la eficiencia de los energéticos es la manera más amplia, barata, benigna y rápidamente desplegable; menos visible, menos comprendida y más descuidada” de satisfacer la demanda futura de energía, afirma el gurú energético Amory Lovins, director del Instituto Rocky Mountain, con sede en Colorado.
Es una idea cuyo momento ha llegado. El año pasado, cuando el petróleo alcanzó un precio de más de US$70 por barril, el uso del petróleo en el mundo industrial cayó por primera vez en 20 años, según la Agencia Internacional de Energía (IEA, en inglés). Eso demuestra cuán rápidamente puede volver a ponerse de moda el ahorro de energía, pero la IEA se muestra cautelosa. Advierte que la demanda mundial de energéticos se disparará un 50 por ciento hacia 2030, superando el escenario más agresivo para fomentar las fuentes alternativas de energía, como los combustibles biológicos o la energía solar. “Aun las mejoras de eficiencia moderadas contribuirán más a satisfacer la demanda futura que las fuentes combinadas de combustible alternativo”, dice Paul Waide, especialista en ciencia de la IEA.
La eficiencia energética es también una forma de reducir la emisión de gases de carbono y de ayudar a reducir el calentamiento global. El mejor argumento a favor de la eficiencia es su rentabilidad. Esto se debe a que la creciente demanda de energía requiere una gran inversión en nuevos suministros, sin mencionar el aumento en los precios de los energéticos. En la estrategia de reducción de emisiones de gases de la IEA, los consumidores y la industria tendrían que invertir US$2.4 billones durante las próximas dos décadas y media en equipos más eficientes, instalaciones mejoradas y automóviles que rindan más kilómetros por litro de combustible. Esas inversiones reducirían los gastos de combustible y electricidad en unos US$8.1 billones, y ahorrarían otros US$3 millones de inversión en pozos petroleros, gasoductos y centrales hidroeléctricas. Cada dólar invertido en la eficiencia genera más de US$4 en ahorros, mientras que el “período de amortización” no suele ser mayor a cuatro años.
No es de sorprender que la eficiencia se haya colocado en la cima de los programas políticos. El 10 de enero, la UE reveló un plan para reducir el uso de energía en el continente en un 20 por ciento para 2020. En marzo pasado, China autorizó un aumento de 20 por ciento en la eficiencia energética para 2020. Incluso se espera que Bush, el petrolero de Texas, hable acerca de la conservación de la energía en su informe ante el Congreso de esta semana.
La buena noticia es que el mundo está lleno de formas comprobadas y baratas para ahorrar energía.